25 de Abril, tiempo de recuerdo

Hoy va una entrada seria...

Lisboa

El día 25 de abril es el aniversario de dos acontecimientos importantes: se cumplieron 40 años de la Revolución de los Claveles y 20 del Genocidio de Ruanda (Genocidio con G mayúscula, aunque la ONU se empeñara en no usar esa palabra, merced a los vetos de EEUU y de Francia). En los tres meses que duró este último se masacraron más de un millón de personas: 8 personas por minuto. No sólo se les mató, sino que fueron muertas con una crueldad inusitada: machetazos, mutilaciones en vivo, violaciones, asesinatos obligados por los propios hijos o padres... Cosas que ni en nuestras peores pesadillas podríamos vivir: todo lo imaginable y lo que va más allá de nuestra imaginación para que el miedo hiciera también su trabajo.

Sin embargo, hoy no quiero hablar de Ruanda, sino de Portugal. En los años 70, aislada de Europa y bajo el régimen dictatorial más viejo del continente, estaba inmersa en sofocar las guerras de liberación que se venían viviendo desde los años más tempranos de la década de los 60 sobre todo en Angola y Mozambique, y también en Guinea Bissau. Aunque hoy no quiero hablar de cosas tan tristes, en aquellas guerras tuvieron lugar hechos bastante  parecidos a los que ocurrieron en Ruanda.

Este hecho fue sin duda caldo de cultivo para el 25 de Abril. La Revolución de los Claveles es para mí una  de las  revoluciones más interesantes del s.XX (amén de una de las más incruentas: sólo 4 civiles muertos por disparos de la PIDE, policía política del régimen) por el cambio tan grande que supuso, por haber sido llevada a cabo por mandos intermedios, cosa poco habitual, y por el gran  apoyo popular que tuvo. La señal del comienzo de la Revolución fueron dos famosas canciones radiadas esa noche. En pocas horas se tomaron los puntos estratégicos del pais, y pese a los llamamientos a que la población quedara en sus casa, ésta se lanzó en  masa a la calle y se unió a los rebeldes. Una mujer, en vez de dar un cigarrillo que no tenía a un soldado, le dió un clavel de un ramo que llevaba, y él lo puso en el cañon del fusil, al igual que hicieron sus compañeros, en señal de que no querían disparar.

(gracias por la foto a Mónica Martinez, de la Universidad de la Rioja)

No todo fue tan romántico. A la revuelta situación social que siguió al 25 de Abril se añadió que miles de personas retornaron de las ex-colonias, muchas sin oficio ni beneficio. Fueron dos años convulsos y con abundantes altercados en las calles, situación que un golpe el 25 de noviembre del 75 regularizó en cierta manera, dando más poder a los socialistas y eliminando el extremismo que venía apareciendo de mano de los comunistas y de adeptos al antiguo régimen. En 1976 por fin se aceptó en referendum la nueva constitución y la Tercera República Portuguesa, con un modelo muy interesante de democracia participativa directa, similar al suizo, que por desgracia realmente nunca se ha desarrollado.

Catedral de Lisboa

Qué nos queda de la Revolución de los Claveles? Una canción, Grandola Vila Morena, y un sueño, el de la libertad y la democracia, que según mi punto de vista dista mucho de ser alcanzado, allí igual que aquí (no hay más que ver las denuncias de Amnistía Internacional contra los abusos policiales en las manifestaciones españolas). También una película, Capitanes de Abril, de María de Medeiros.

As Docas

Y un país, europeo, moderno, ahora muy maltratado por la economía, pero  muy alejado del estereotipo que siempre ha tenido entre nosotros, y al que personalmente miro con cierta  envidia, porque en contra de lo que siempre se ha dicho, yo sólo he visto en ellos gente muy trabajadora y realmente preparada. Un país que siempre trata bien al extranjero (por lo menos siempre me ha  tratado bien a mí), con una capital atemporal que me ha acogido varias veces, que podría visitar cada fin de semana y a la que siempre recuerdo con un punto de "saudade", que quizás indique que me conquistó en su día con una revolución también incruenta y con un nombre que hace ya tiempo que no pronuncio...

Portugal, siempre tan cerca y siempre tan lejos...

Óbidos


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